Me estoy volviendo tonto...


Hasta hace unos meses, pensaba que la tecnología era un gran complemento para nuestra mente. Hoy, después de experimentar más con la inteligencia artificial, creo que, más bien, puede ser un enemigo. Podemos preguntarnos: ¿Acaso la calculadora nos hizo tontos? No, pero estamos en otro juego. La IA ya nos supera y, al hacerse más fácil de usar, dejará poco espacio para que ejercitemos nuestro cerebro. Por ejemplo, ahora escribo este boletín porque voy aburrido en el avión sin internet, pero la realidad es que, con solo un par de instrucciones, ChatGPT lo podría haber hecho por mí, y mucho mejor.

El mundo ya no solo espera que nos adaptemos a la tecnología; lo exige. Sin embargo, el problema es que esta rapidez también nos desafía a mantener nuestra esencia y creatividad, algo que cada vez parece más difícil. Un estudio reciente encontró que, cuanto más se usan las herramientas de IA, más bajos son los puntajes en pensamiento crítico. Los participantes más jóvenes mostraron una mayor dependencia de la IA y un pensamiento crítico más débil.

La conclusión es alarmante: nos estamos entrenando para externalizar nuestro pensamiento a la IA. Muchas escuelas ya están abandonando la tarea tradicional en favor de ensayos en clase y presentaciones orales. Como dijo un profesor: “Si no puedes vencer a ChatGPT, cambia la forma en que enseñas.”

Por otro lado, un estudio en Nigeria muestra que la tutoría con IA puede ser revolucionaria para el aprendizaje: seis semanas de tutoría extracurricular con IA se tradujeron en lo que equivale a dos años de progreso educativo típico, beneficiando especialmente a niñas que inicialmente estaban rezagadas. En salud, tendremos diagnósticos más precisos, tratamientos personalizados, cirugías robóticas avanzadas y descubrimiento rápido de medicamentos. En movilidad, los automóviles serán autónomos a gran escala, y contaremos con transporte público inteligente y drones de entrega.

No obstante, estos avances también traen consigo desafíos importantes: desplazamiento laboral, brechas sociales, privacidad y cuestiones éticas. El problema no es solo que la IA nos supere, sino que amplifique las desigualdades sociales. En menos de cinco años, es probable que comencemos a integrar chips o dispositivos para aumentar nuestra inteligencia. Esto no beneficiará a todos por igual, ya que quienes dispongan de más recursos económicos serán los primeros en aprovechar estas ventajas, generando mayores brechas entre clases sociales.

Incluso líderes como Elon Musk han pedido frenar el desarrollo de la IA hasta establecer reglas claras, pero el progreso continúa sin límites, en parte porque la IA se ha convertido en el arma más poderosa de cada país.

No escribo esto para asustarnos, sino para invitarnos a reflexionar. No podemos detener el cambio, pero sí aprender a vivir con él de manera equilibrada. Si bien debemos conocer y aprender a usar herramientas de IA para no quedarnos atrás, también hay que cuidar nuestra humanidad: priorizar las relaciones interpersonales, el contacto con la naturaleza, el deporte y las experiencias no digitales. Ejercitar el cerebro, realizando actividades como el ajedrez o utilizando plataformas de entrenamiento mental (por ejemplo, Lumosity), puede ayudarnos a mantener nuestra mente activa.

El mundo dentro de 20 años será irreconocible. Aunque no podemos prever exactamente cómo será, lo que sí sabemos es que será radicalmente diferente. Nuestra tarea será encontrar un balance: aprovechar lo positivo de la tecnología, enfrentar los retos con sabiduría y, sobre todo, no perder nuestra esencia como seres humanos.

¿Y ustedes, qué piensan del futuro?

¡Hola capitanes y capitanas!

Soy Amadeo, un emprendedor de la vida, impulsado por lo social, amante de la adrenalina y papá de dos hijos. Me encantan los negocios, sobre todo los emprendimientos, pero lo que más me mueve es formar más capitanes, que como yo, puedan tener las oportunidades para ser feliz, soñar y dejar una huella.

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